Fuente: http://www.slowinver.com/
“GIA”. La máquina de hacer dinero
En los años 70, Robert Lichello era un inversor que llevaba mucho tiempo investigando métodos de inversión sistemática en bolsa que le permitieran obtener una rentabilidad segura.
Aquellos años fueron muy difíciles en la bolsa, y Lichello buscaba un sistema que ganara dinero aunque la bolsa baje.
La idea, en plan general, era la de ir comprando acciones cuando bajaran de precio, e ir vendiéndolas cuando subieran. De ese modo, el promedio de compra de las acciones es bajo, y el promedio de venta es alto.
El sistema se iba a denominar la “Gestion de inversión automática” (GIA). Sería un modo de comprar y vender que permite recoger las pepitas de oro que el mercado va dejando en su camino, pero tan firme y seguro que nos importaría un pepino que el mercado se vaya de pronto al infierno, arrastrando medio Wall Street con él.
Por tanto invertimos un porcentaje de nuestro capital en acciones, y el resto en liquidez, que usaremos para comprar más acciones cuando bajen de precio.
Bien, supongamos que tenemos 10.000 euros.
¿Cuanto invertimos en acciones, y cuanto dejamos en metálico? Podemos seguir el ejemplo de muchos fondos, que mantienen una reserva de liquidez del 10%.
¿es suficiente para comprar acciones cuando el mercado se deplome? Claramente NO, un 10% es muy poco capital.
El mercado nos dice lo que debemos hacer, si sabemos escuchar: Sólo se puede subir o bajar, al 50%. Usaremos por tanto el mismo porcentaje para repartir nuestro capital: 50% en acciones, 50% en liquidez.
Con esa inversión, supongamos que el mercado se desploma hasta casi cero. Nuestra inversión de 5000 € en acciones se habrá perdido, pero los otros 5000 € siguen ahí, vivitos y coleando, dispuestos a comprar acciones a un precio ínfimo, que nos permitirán ganar una fortuna cuando las acciones suban.
Tras mucha reflexión, Lichello decidió añadir un “regulador” a la inversión, una valor anexo que llamó “Control de Cartera”; representaría el valor total de la cartera de acciones y metálico.
Si nuestras acciones suben, por ejemplo 2000€, venderemos parte de ellas para tener más liquidez. Por tanto, la cartera total había subido 2000€, pero parte habría pasado a liquidez, y parte a acciones.
Parecía buena idea; pero aquello no funcionaba. El Control de Cartera no sabía que parte del total era liquidez, y qué parte acciones.
Entonces, dió con la idea que empezaba a dar sentido a todo: el Control de Cartera iba a contener tan sólo el valor de las acciones de nuestra cartera.
La máquina del dinero comenzaba a funcionar.
Volvamos a probar: compramos 5.000 euros en acciones, y 5.000 dejamos en metálico. El control de Cartera iba a ser de 5.000 €.
Si las acciones suben de precio, venderemos parte de ellas, y el resultado sumará a la liquidez. Pero el Control de Cartera no varía, se mantiene en 5.000.
Ahora bien, si el valor de las acciones baja, por ejemplo, hasta 3.000 €, habrá 2.000 € menos en las acciones que en el Control de Cartera: por tanto deberemos comprar 2.000 € con la liquidez.
Pero, al comprar más acciones, tendremos que subir en la misma cifra el Control de Cartera; en este caso subiría de 5.000 a 7.000€
Si el mercado sigue bajando, repitiríamos la jugada: usaremos la liquidez para comprar otros 2.000 € en acciones, y el Control de Cartera subiría hasta 9.000.
El problema es que si el mercado sigue bajando, se usaría toda nuestra liquidez de un modo prematuro; el sistema no funcionaría, la máquina se habría vuelto loca.
Aqui, Lichello dió con un ajuste fundamental: el control de Cartera subirá al vender acciones, pero sólo la mitad del valor de lo que se compre.
Volvamos al caso anterior: nuestros 5.000 € en acciones bajan hasta valer 3.000€. La diferencia con el Control de Cartera es de 2.000 €, por tanto compramos 2.000 € en acciones, pero el Control de Cartera sube sólo en 1.000€.
Esto es una diferencia importante, porque evitará que compremos prematuramente los valores que están cayendo.
Esta configuración del GIA era ya rentable: cuando Lichello lo probó sobre una acción cuyo valor sube, baja y vuelve al valor inicial, la rentabilidad obtenida era del orden del 10%.
Estaba bastante bien, se gana dinero, pero.. no es el modo de hacerse rico.
Asi que Lichello incorporó la última pieza imprescindible, el ultimo tornillo mágico que daba el soplo de vida a este Frankenstein financiero : lo llamó el“Compensador del Factor de Ajuste de Valores”, o CFAV.
¿Que es el CFAV?: simplemente es el 10% del valor de las acciones.
La versión definitiva del GIA
Ahora sí, la máquina estaba completa y operativa, dispuesta a hacernos ricos.
Una vez al mes, se compara el valor de las acciones con el Control de Cartera.
Si las acciones bajan, y el Control de Cartera es mayor que el valor de las acciones, la máquina emitirá una orden de compra de acciones. Compramos barato. Y el Control de Cartera subirá.
Si las acciones suben, y el Control de Cartera es menor que el valor de las acciones, se emitirá una orden de venta de acciones. Vendemos caro, y el Control de Cartera se mantiene.
En ambos casos, al valor de compra o de venta, se le restará el valor del CFAV, que es siempre el 10% del valor de las acciones.
La Gestion de Inversión Automático fue la culminación de 6 años de trabajo del autor. Lo probó en toda clase de mercados, al alza, a la baja y laterales. En todos los casos la máquina hacía dinero. Asi que decidió invertir todo su capital con el GIA.
El sistema es capaz de sortear cualquier tipo de situación bursátil. De hecho, el alimento del GIA son los derrumbes de la bolsa, que son un manjar para su boca. Cuanto más se derrumbe, mejor, porque más barato estará comprando.
La única condición es que tarde o temprano las aguas vuelvan a su cauce. En cuyo momento la máquina GIA resurgirá, cansada pero feliz, haciendo dinero a mansalva.
Aunque la idea parece sencilla, la ingeniería de la máquina esconde mucho más de lo que salta a simple vista.
Pero en realidad, no hace falta entender todas las sutilezas del GIA para poder utilizarlo. Con un sencillo ejemplo se verá el modo de usarla:
Lo primero es apuntar en un papel o una hoja de cálculo , las 8 columnas que representan la máquina del dinero, el GIA:
Un rápido repaso de los datos a apuntar para operar con el sistema:
En la imagen inferior, la columna 1 es el precio de las acciones. La columna 2, el CFAV, es siempre el 10% del valor de las acciones. La 3 es el dinero en metálico. La columna 4, el Control de Cartera, inicialmente igual al valor de acciones.
La columna 5 es el consejo: El Control de Cartera menos el valor de las acciones. La columna 6, la orden real de compra o de venta, que sólo será real si el consejo de Compra/venta es mayor que el CFAV.
Por ultimo, el valor cartera es la cartera total sumando liquidez y acciones.
En la primera linea, es decir, en el primer mes de operaciones, introducimos la compra de 100 acciones por valor de 5000€. El CFAV 1/10 de ese valor, 500. Y la liquidez inicial, otros 5000€.
El Control de Cartera se establece en el valor de acciones, 5000.
En la segunda linea, (el 2ª mes) supongamos que el valor de las acciones sube a 5500. Y el dinero en metálico nos renta intereses hasta 5010.
Ahora, atención, porque el valor de acciones es superior al Control de Cartera en 500 €. Eso implica que hay un consejo de venta de acciones por valor de 500 €. Sin embargo, el CFAV (550) es superior a consejo de venta: por tanto, el consejo queda anulado, y la columna de orden de compra /venta queda a 0.
En el 3º mes, las acciones vuelven a subir, hasta 6000€. De nuevo, el Valor de Acciones supera al control de cartera, ahora en 1000€. Por tanto hay que vender acciones. En esta ocasión, vemos que esa cantidad es superior al CFAV, luego la orden se ejecuta. Pero, la cantidad a vender se minora en el CFAV; es decir, 1000-600= 400 € de acciones a vender. Puesto que no se ha comprado nada, el Control de Cartera no cambia.
El 4º mes, el valor de las acciones se reduce en los 400€ vendidos, hasta 5600€, y el dinero en metálico se ha incrementado en los 400€ que hemos obtenido por las acciones, más los intereses.
Puesto que el Control de Cartera es superior en 600€ al valor de las acciones, de nuevo debemos vender acciones. E igual que antes, disminuimos la compra la misma cantidad que el CFAV, 560. Es decir, deberíamos vender 40€ en acciones. Como la cifra es inferior a 100€, la ignoramos y no hacemos nada.
El Control de Cartera permenece impertérrito, sin cambiar su cifra.
El 5º mes, suponemos que el mercado BAJA, y las acciones pasan a valer 4400€. El dinero en metálico ha vuelto a subir gracias a los intereses; y la suma de dinero y acciones es de 9850€.
En 5 meses, el mercado habría bajado un 12%, pero nuestro capital tan sólo baja un 1,5%.
En esta ocasión, el Control de Cartera es inferior al valor de las acciones: debemos comprar más acciones. La diferencia, 5000-4400, es lo que deberíamos comprar, es decir 600. Pero como siempre, esa cantidad la disminuye el CFAV: 600-440= 160€, que será la orden efectiva de compra de acciones que debemos ejecutar.
Puesto que ahora es una compra, retiramos esa cantidad del dinero en metálico. Y, aumentamos el Control de Cartera en la mitad de la compra: 80€.
Y asi sucesivamente: El GIA comprará acciones en mercados bajistas, y las venderá en mercados alcistas. Pero si el mercado se mueve en posiciones anodinas, los controles del GIA evitarán las compras y ventas frecuentes, que solo nos marean sin llegar a ningún lado, corriendo como un pollo sin cabeza.
En vez de eso, nos mantendrá al margen, recibiendo, eso si, los rendimientos del dinero en efectivo, que siempre ayudan.
A por el millón.
¿Cómo puede darnos este sistema un millón de euros?.
El ejemplo original propuesto por Robert Lichello, planteaba una situación en un entorno de bolsa volátil, donde nuestros activos suben y bajan, aunque tampoco acaban de subir.
Si planteamos un año de inversión, durante el cual nuestra cartera de valores se mueve del siguiente modo:
¿Cómo quedaría nuestra inversión en Diciembre? Obviamente, perdiendo un 20%.
La peor racha de pérdidas es del 50%, recuperándose en una rápida subida, pero de nuevo vuelve a caer y vuelve a subir hasta quedarse en 8, un 20% abajo.
En esta situación, el inversor tipo “compra y olvida” no sólo pierde dinero, sino que además vive en una zozobra permanente, viendo como su volátil cartera no acaba de recuperarse.
Vale. ¿Y qué tal lo hace la máquina del dinero con los mismos movimientos?
En el siguiente gráfico muestro los resultados. He añadido ahora una columna de “acciones en propiedad”; y también, una columna “Intereses”, que nos mostrarán la progresión de los intereses del metálico.
Tras 12 meses, el GIA no sólo no pierde, sino que gana un 71%.
El ejemplo de Robert Lichello es, por tanto, repetir este año aproximadamente 8 veces. En 8 años, los 10.000 € se convierten en 1 Millon.
Obviamente esta es una situación ideal, con una volatilidad que es muy difícil que se repita tanto tiempo, y el autor así lo reconoce.
Pero la cuestión no es esa, sino que éste sistema es capaz de ganar dinero, incluso aunque la bolsa no suba nada. Las crisis bursátiles van a ser música para los oídos del GIA. Cuanto más caigan las acciones, más baratas se comprarán.
La clave, como te puedes imaginar, es que en algún momento las acciones deben subir. Si el mercado se derrumba, y no vuelve a subir, el GIA no ganará. Por esa razón, no hay que operar contra acciones que tengan peligro de hundirse para siempre. En algún momento deben recuperarse, aunque sea en parte.
Afortunadamente, hoy en día existen muchos activos que replican índices bursátiles o sectores de la economía, que, a diferencia de las acciones de una sóla empresa, es muy difícil que se derrumben de modo permanente.
Probando el sistema
He comprobado el rendimiento del GIA sobre muchos activos, pero voy a mostrar aqui el principal, el índice norteamericano SP500.
Estos son los resultados entre el 2007 y el 2014:
El GIA obtiene una rentabilidad del 46% desde el 2007, contra una rentabilidad del 27% del SP500. El GIA supera al mercado en 20 puntos más de beneficio.
Y además, con mucho menos riesgo: la máxima pérdida del GIA es del -29%, mientras que el SP500 cayó un 49%, 20 puntos peor.
Por otra parte, el Sp500 no es el mejor índice para operar con el GIA. Sería mejor probar con índices más volátiles.
Y además existen muchas variantes a la hora de ejecutar el sistema. Una de las más obvias sería utilizar varias máquinas GIA a la vez: Dividiendo nuestro capital en porciones independientes, podemos operar en paralelo contra varios índices, a poder ser descorrelacionados entre sí, como pueden ser materias primas y acciones, mercados emergentes y desarrollados, o el oro y las utilities.. etc. Esto debería disminuir el riesgo y aumentar el beneficio.
Existen más variantes y más posibilidades que contar sobre el sistema. Lógicamente Lichello tiene muchos más detalles en su libro.
Prueba tu mismo el sistema:
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