Fuente: Jesús Sánchez Quiñones expansion.com
El elevado nivel de deuda acumulado y la sobreinversión en muchos sectores, limitan el crecimiento de los próximos años. Adicionalmente, la política ultralaxa de los bancos centrales con tipos nulos o incluso negativos y liquidez a raudales evitan que las empresas ineficientes, o incluso inviables, se reestructuren reconociéndose las pérdidas. Se mantienen vivas empresas que en condiciones normales de liquidez y de tipos de interés no sobrevivirían. El ejemplo más extremo de esta política es China, donde se obliga a los bancos a cambiar créditos fallidos por capital en las compañías prestatarias, de tal forma que ni se reconocen las pérdidas, ni se reestructura la empresa. Como consecuencia, sectores que han vivido una sobreinversión exagerada en los últimos años no se reestructuran, provocando que se mantenga la sobrecapadidad y, por tanto, generando una presión a la baja sobre los precios e impidiendo que las empresas que estarían en capacidad de invertir realmente inviertan.
Con bajas tasas de crecimiento económico y tipos en mínimos, las mejoras de los beneficios empresariales serán limitadas. En consecuencia, las revalorizaciones de las cotizaciones de las empresas cotizadas también serán limitadas.
Así, las rentabilidades a las que pueden aspirar los inversores en los próximos años son sensiblemente inferiores a las obtenidas en el pasado. Los tipos negativos hacen que los inversores más conservadores, acostumbrados a la existencia de rentabilidades sin riesgo incluso por encima de la inflación, se sientan totalmente frustrados. Con las letras del Tesoro en rentabilidad negativa y los bancos centrales cobrando a las entidades financieras por sus depósitos, para el ahorrador conservador se ha acabado la opción de lograr rentabilidad sin asumir riesgo.
Con más de la mitad de los bonos soberanos europeos ofreciendo rentabilidades negativas, y el BCE adquiriendo 80.000 millones de euros al mes en bonos, ya no sólo públicos sino también de empresas con una calificación de grado de inversión, los retornos esperados de las inversiones en renta fija son cada vez inferiores. Aunque sea poco racional, incluso algunos bonos corporativos ofrecen ya rentabilidades negativas. El inversor que adquiera esos bonos recibirá a vencimiento menos de lo invertido. El BCE está comprando bonos con los que tiene la certeza de que va a perder dinero.
Para los inversores más tolerantes al riesgo, las rentabilidades medias esperadas en los próximos años también serán inferiores a las obtenidas en los últimos años. A pesar de asistir a oscilaciones de las bolsas superiores al 10% o incluso al 20%, tanto al alza como a la baja, la expectativa de bajo crecimiento económico global y escaso crecimiento de los beneficios, motivan que las revalorizaciones esperadas de las cotizaciones tampoco puedan ser elevadas. La publicación de los resultados trimestrales será cada vez más determinante para la evolución de la cotización de cada compañía. La discriminación entre unas compañías y otras se impone.
En un mundo de bajo crecimiento, baja inflación y bajos tipos de interés, los retornos esperados de las inversiones necesariamente serán inferiores que en el pasado, asumiendo el mismo nivel de riesgo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario