Javier G. Jorrín e Isabel Blanco
el economista
Entre un high yield y un bono con grado de inversión a veces hay un abismo en rentabilidad. Los inversores pueden aprovecharlo en las empresas a un paso de recuperar ese distintivo.
Solo un paso separa a muchas compañías europeas de financiarse más barato en los mercados. Al menos, teóricamente podrían acceder a mejores condiciones en las emisiones de deuda si las grandes agencias de rating subieran su calificación tan solo un peldaño para ser consideradas como grado de inversión. En esta situación, se encuentran nada más y nada menos que 28 empresas del índice europeo Stoxx 600.
Un rating situado en el rango de high yield (o bono basura) está fuera del universo que compran muchos fondos. El inversor que tenga bonos de una compañía que recupere la calidad crediticia puede beneficiarse de la entrada de estos gestores que solo compran deuda de grado de inversión. Es más, ante de ese salto, algunos bonos de estas compañías se comportan bien en el mercado secundario, en el que cotizan tras ser emitidos, justo en este paso intermedio porque los inversores empiezan a exigir menos rentabilidad -cuando cae el rendimiento el inversor gana por la subida de precios-.
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