martes, 16 de diciembre de 2014

Actualidad: Rusia


Fuente: Bankinter


El b.c. subió ayer su tipo director hasta 17,00% desde 10,50% y consumió 1.000M$ de golpe de sus
reservas para defender el rublo después de que éste sufriera su mayor depreciación en un solo día desde la crisis rusa de 1998 (que, por cierto, desembocó en default), cayendo -10% en la sesión, hasta más allá de 65rublo/$ en el mercado de divisas americano. 

Recordamos que la última emisión de deuda rusa quedó desierta. Venimos avisando desde hace varios meses sobre el preocupante diagnóstico que presenta la economía rusa a raíz del aislamiento económico internacional a que se ha visto sometida tras su invasión parcial de Ucrania y de la fuerte caída reciente del petróleo, ya que aproximadamente el 50% de sus ingresos fiscales proceden de la extracción de crudo. Ahora nuestro diagnóstico se ve corroborado por los hechos y por las estimaciones revisadas del propio b.c., que son las siguientes: 

PIB’15e -4,5% (nosotros pensamos que será -5%/-6% y que su recuperación en absoluto será cuestión de un par de años),

IPC’15e 11,5% (lo que coloca el tipo de interés real en el entorno del 6% después de la subida de tipos de ayer) cuando el objetivo oficial es 4% y salidas de capitales de una dimensión preocupante: -120.000M$ en 2015e, -75.000M$ en 2016e y -55.000M$ en 2017e. 

En nuestra opinión, parece improbable un default de Rusia a corto plazo puesto que mantiene un elevado nivel de reservas (aprox. 450.000M$) que ha ido acumulando durante los “años buenos del petróleo”. Además, su nivel de endeudamiento es bajo (234.000M$ para un PIB de aprox. 2,11bn$, lo que equivale a un ratio del 11,5%) y eso permite pensar que su deslizamiento será progresivo y lento, incluso a pesar de una depreciación tan brusca del rublo como la reciente. Lo más grave son los desequilibrios internos y, particularmente, la entrada en una fase de contracción económica prolongada (es decir, PIB negativo en el entorno de -2%/-5% durante varios años), lo que podría desembocar en un proceso de inestabilidad social en la región, cuya hipotética válvula de escape podría terminar siendo la búsqueda de un “responsable exterior”. 

Insistimos en que nuestra única recomendación entre las economías emergentes es India.



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